No se nada al respecto. Me reafirmo en la ausencia del
logos. Ese cajón vetusto, repleto de un vacío, en la eterna espera de ser
ocupado. El cuerpo sin ojos, que
deambula en busca de algo. Esa ficción
que le permite ser libre, ese significado
que se persigue. La llave
a la puerta que todavía no se puede ver. Prisionero
de su mente.
Su brújula marca
el norte imaginario.
En busca de
ese destino, que soñó una
vez y ahora no olvida.
Se disfruta el
camino, las flores
en el prado
conservan aquellas gratificaciones. El pensamiento olvidado: que
todo es una continuidad. El fin
esta presente, pasa
demasiado tiempo obstaculizando su
propio camino. Es
la obsesión con la complejidad y
realidad adversa a
lo que los demás
no
aspiran. La quietud lo aniquila.
La
estática es su
tiempo interno. Cuando me pregunten,
no responderé, simplemente
quiero ser no comprendido.
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